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sábado, 6 de diciembre de 2008

Hoy otra vez. Otra vez en compañía de la noche. Esta noche que me acompaña siempre... Sin saber por qué. O talvez sabiendo, pero sin querer reconocerlo. ¿Cómo sobrevivir a que te digan que hicieron mil veces algo, pero que no lo harán por ti? ¿No lo merezco? ¿No vale la pena? ¿o existe un sentimiento diferente que no lo permite? Ya el dolor va generando nuevamente la coraza, se reduce la campana? Es la última esperanza? ¿Es la única esperanza real? 

sábado, 29 de noviembre de 2008

volviendo

Finalmente después de tanto tiempo logré decidirme, y hoy he vuelto a escribir luego de muchos años de silencio. Silencio impuesto por diferentes circunstancias, silencios obligados, silencios que crecían y alcanzaban el infinito gritando hacia el interior. Pero hoy estoy otra vez, dejando que salgan de mí todas las cosas que siempre quise decir, que siempre quiero decir. Talvez sea una forma de salir de la planta carnívora y saltar al abismo, talvez sea una forma de salir de la planta carnívora y no caer en el abismo. Independientemente de lo que sea, es una forma de salir de algún lugar, sin saber dónde llegaré. Pero elijo la puerta, no los arqueros.
Ya no recordaba cómo era sentarse a escuchar palabras dichas por otras personas. Palabras sin sentido, pero que de alguna forma hacen bien, aunque no sean dichas para ser escuchadas. Ya no recordaba cómo era escuchar palabras que sin ser dichas tienen una repercusión enorme en la vida. Ya no recordaba lo importante que son las palabras en nuestras vidas. O talvez sí, lo recordaba, pero prefería negarlo porque su ausencia me provocaba demasiado dolor. No quería llegar a la pregunta "¿por qué nadie habla conmigo?" porque significaba reconocer mi muerte. Talvez por eso es tan difícil aceptar ahora que escucho palabras que me hacen bien, y me refugio en aquellas que me hacen mal. Y las mismas palabras que no puedo escuchar son las mismas que no puedo decir.